Antes de culminar el año que recién finalizó, escuché de muchas personas allegadas a mí decir que este 2021, va a ser una calamidad igual o peor que el anterior, por los efectos del covid-19. Es verdad que venimos de un año atroz para todos. Pero no por eso vamos a renunciar a desarrollar pensamientos positivos, como si ello no tuviese sentido alguno.
Tanto usted, que me lee, como yo, sabemos que no es sencillo tener pensamientos optimistas. Conocemos de seguro, muchas historias de amigos y socios que apenas tienen razones para celebrar un nuevo año. Sí, es cierto. Pero, precisamente por esto, hoy te digo que debemos vigilar en qué estamos enfocando nuestros pensamientos.
Esto que asevero no se funda en una creencia evasiva, sino en los avances científicos, en la neurociencia, en los estudios de desarrollo cognitivo y, por supuesto, en la propia experiencia personal.
“Las ruinas son a menudo las que abren las ventanas para ver el cielo”
Viktor Frankl
Y hoy estoy más convencido de que la mente humana es una de las herramientas más poderosas con la que contamos. Y cuando hablo de que la mente es poderosa, también estoy diciendo que tiene el poder para elevarnos o hundirnos, que de ella depende nuestro bienestar emocional.
¿En qué pienso y cómo pienso, esto que pienso? Es una pregunta que todos debemos hacernos en algún momento. Es una interrogación, pero también un llamado de alerta para con nosotros mismos. Pues, al intentar responderla sabremos si estamos produciendo pensamientos positivos o no y el tipo de actitud que estamos tomando ante la vida.
Por ejemplo, en el caso de las personas que le otorgan más poder del que debería tener a los efectos del covid-19 y al contexto pandémico mundial, configurándola como una gran bestia que viene a devorarnos, primero, el desgaste emocional que sufren es tremendo, porque todo se ensombrece en el horizonte para ellos, segundo, se vuelven más depresivos y nihilistas. Pasa lo contrario con los que enfocan sus pensamientos en cosas positivas.
Los pensamientos positivos los creamos nosotros, no el contexto. Ver el vaso medio lleno o no, es una percepción. Es cierto que sobrevivimos a un año nefasto, pero aquí estamos, y aquí seguimos. Hemos dado la batalla y esto debería bastar para que nos sepamos fuertes y resilientes. ¿Por qué pensarnos, entonces, solo desde la negatividad?
Un ejercicio que puede ayudar a tener pensamientos más optimistas es recordar lo positivo que hay en lo negativo. La pandemia nos trajo perdidas económicas, pero también nos abrió los ojos, nos hizo apreciar aun más el valor de la familia, lo importante de los amigos y de la solidaridad humana. En pocas palabras, nos reveló que no estamos solos.
En este año que inicia, enfoquemos nuestros pensamientos en la idea de que no solo existe un mal pandémico mundial, sino también la solidaridad y la empatía humana; que tenemos la creatividad y la inteligencia suficiente para hacer frente a las adversidades; que mientras tengamos esperanzas y fe todo lo podemos transformar para mejor; y que todo aquello que en algún momento ensombrece nuestras vidas, es también un aprendizaje.
Entonces, no poblemos nuestros pensamientos de ideas negativas, al contrario ¡cambiémoslas por pensamientos positivos! Como el de la solidaridad, la fraternidad y camaradería que brotaron y brotarán al igual que un virus positivo por todo el planeta! Y recuerda: los buenos somos más.