Cada vez más me convenzo de la pertinencia que tiene para el mundo de las finanzas, pero también para el resto de actividades empresariales, la comunicación en los negocios. En más de una ocasión he estado en mesas de negociaciones donde una de las partes simplemente se levanta y se va, a raíz de una práctica comunicativa poco eficiente.
Puedo tener un proyecto lucrativo, una idea, pero si no la sé comunicar muy probablemente no logré llevar a buen puerto ese proyecto que traigo entre manos. El mundo de los negocios no solo mueve capitales sino discursos, antes que nada, que son otra forma de acción comunicativa, para llegar a buen término.
La buena comunicación en los negocios para un final feliz
Cuando tienes un proyecto o idea más o menos elaborada y que crees que tiene potencial porque es innovadora o simplemente necesaria para optimizar un modelo de negocio, necesitas que los demás te entiendan lo más claro posible.
No se trata tanto de eso que llaman ahora asertividad, sino de hacer del lenguaje tu primera herramienta o vehículo desde el cual accionas en el mundo, según unos intereses. Desde tiempo atrás tuve muy claro esto, porque estamos en contacto siempre con personas, de percepciones diferentes, donde es muy fácil entrar en malos entendidos por no hacernos comprender eficazmente.
Entonces, ¿qué buscas en una sala de reunión al exponer tu proyecto? ¿Qué esperas en última instancia cuando hablas a un auditorio o a los demás ejecutivos? La respuesta es: consenso.
Con el pasar de los años traté con diferentes tipos de líderes venidos del campo de los negocios y cada uno tenía sus estrategias -porque siempre hay unas estrategias en juego- para lograr hacer consensos. Sin embargo, aquellos que lograron cerrar excelentes acuerdos tenían algo en común y que los diferenciaban del resto: nunca coaccionaron a su interlocutor sino únicamente a través del argumento.
Y esto debo subrayarlo, porque en el complicado mundo de los negocios, en su laberinto de sociedades, existen muchas maneras de coaccionar que, lamentablemente, están lejos del ejemplo anterior. Con esto me refiero, para ser más claro, al chantaje, a la extorsión y formas de amedrentamiento que por su propio peso coaccionan a los individuos.
Es por esto que, si como líderes, soslayamos el poder de la comunicación en los negocios, podríamos estar cometiendo abuso de poder. En cambio cuando nuestra acción comunicativa es inteligente, clara y, sobre todo, honesta y argumentada, generaremos consensos sin otra forma de coacción que no sea la argumentación lógica.
Ahora bien, la práctica de un tipo de comunicación en los negocios, como esta que describo, requiere un tipo de liderazgo que no sea contencioso o mejor, que no intente atacar al que le adversa. Por esto, ese liderazgo que practique la acción comunicativa en el sentido que digo, debe ser lo menos jerárquico posible, pero también, menos dominante.